Corrían los años 90´ y el mundo se sumergía en la era de la modernización, la digitalización y el avance tecnológico. En medio de la rapidez con la que avanzaba este desarrollo, se comenzaron a generar especulaciones respecto a cómo se venía el futuro.
Ya en 1962, el dueto de Hanna-Barbera tenía una idea de como sería la humanidad en el futuro; Los Supersónicos mostraban naves voladoras, viajes espaciales, telecomunicación y computadores por doquier. Algunos de estos aspectos han ido llegando poco a poco: hoy nos encontramos comunicados por internet, los computadores se redujeron al tamaño del bolsillo y comenzamos con el turismo espacial.
Es cuestión de tiempo para que el humano se lance de lleno a la conquista del espacio. No sería hasta 1998 que llegaría el anime que vino a cambiar nuestra perspectiva y enseñarnos así que el futuro no es solo un tiempo al que llegar, sino que también existe la posibilidad de que no ofrezca un avance real para los humanos como tal.
Cowboy Bebop es un anime desarrollado por Sunrise Studios (Gintama, Inuyasha, The Vision of Escaflowne, etc.) y producida por Bandai Visual (Akira, La Tumba de las luciérnagas, Naruto, Slayers, etc.). Dirigida por Shinichiro Watanabe (Samurai Champloo, Carole & Tuesday, Blade Runner Blackout OVA, etc.) y transmitida entre 1998 y 1999.
A lo largo de sus 26 episodios, la serie recorre muchas temáticas, que la hacen una amalgama de géneros de animación, junto con un acompañamiento musical tan variado como su trama. La tristeza, el resentimiento, el amor, la sensualidad, el humor y la depresión, son temas bien puestos en pantalla y que pueden apreciarse en el desarrollo tanto de las tramas como de los personajes.
Argumento
Corre el año 2071 y la colonización espacial es un hecho. Gente nace en diferentes lugares del espacio y viajan a través de él por puertas hiperespaciales. En cuanto a la Tierra, esta se ve afectada por la inestabilidad de una de las puertas cercanas a ella, generando la destrucción de una parte de la Luna y, junto con eso, un cataclismo de grandes proporciones que dejan al planeta habitable pero inutilizable.
Frente a este contexto universal, se nos presenta a Spike y Jet, un par de cazarrecompensas que recorren el espacio dentro de su bebop en busca de criminales. A lo largo del camino se sumarán a la tripulación Faye Valentine (una mujer ludópata y desmemoriada debido a que estuvo congelada por años), Ed (una terrícola experta en hackeo) y Ein, un perro corgi modificado genéticamente para ser intuitivo e inteligente.
Los capítulos se desarrollan individualmente, pero la linealidad de la trama se enfoca en el crecimiento y entendimiento de sus personajes, relacionado generalmente a su origen, su pasado y cómo este influye en la vida actual.
El peso de lo vivido
Es cuestión de tiempo para quien comienza a ver Cowboy Bebop darse cuenta de que sus personajes son personas que no tienen algo parecido al hogar. El vagar de aquí para allá es solo una forma de sobrellevar una vida que ellos no tienen.
Cowboy Bebop no tiene un villano puntual, no hay contra quién pelear, sino que luchan contra sus propios demonios. Jet, por ejemplo, es un policía retirado que enfocó las habilidades de su trabajo en un emprendimiento propio de cazarrecompensas.
El pasado de Jet aparece en algunos capítulos en específicos, pero su pasado no pesa tanto por su trabajo anterior y en cómo perdió el brazo, sino que se enfoca más en un amorío que resultó ser imposible. A pesar de ser una persona que demuestra liderazgo, es probablemente también la persona más sufrida dentro de la serie.
Spike es otro asunto amoroso. Los viejos rencores que presenta frente a un excolega, Vicious, hacen que de alguna manera este rival juega el rol de villano dentro de la serie, si es que realmente considerásemos a Spike como el protagonista.
El asunto entre ellos es meramente una traición y el amor de una mujer. Considerando el final mismo de la serie, podríamos concluir que el dilema de Spike es una novela de Shakespeare en todas sus letras, donde todos sufren, todos se hieren y todos mueren. Mientras que el rol del veneno se le deja a la agonía de vivir el día a día.
Ed es uno de los personajes más queribles de la serie y su pasado también tiene una repercusión en ella independiente de su joven edad. Ed vive sola, en una especie de vertedero tecnológico en la tierra, juega por internet, no tiene amigos y solo tiene fama de ser buena hacker.
Pero esta soledad es solo una herencia de su padre, una persona impulsiva que al igual que Ging Freecss otros personajes, deja a su familia atrás por ir en busca de lo que realmente les apasiona. Ed debe afrontar esto durante toda la serie, demostrando desinterés como un mecanismo de defensa frente al sufrimiento de su soledad. De alguna manera, siento que todo termina bien para Ed.
Faye Valentine no solo es la waifu de una década, sino que también es un personaje que tiene un desarrollo bastante importante dentro de la serie. De personalidad inestable, Faye va y viene. Pero este ir y venir es, probablemente, causa de su criogenización. Este acto marca un antes y un después.
De alguna manera, el ser una persona desmemoriada, no evita que Faye busque su origen e intente, con todas sus fuerzas, recordar su pasado. Y es este mismo pasado el que le envía mensajes y memorias, tratando de que ella recupere su sentido de pertenencia. Al ser parte del Bebop, de alguna manera logra sentirse parte de algo, lo que le genera gusto y miedo al mismo tiempo.
Escena del capítulo #18 «Speak Like a Child», donde Faye ve una cinta de su juventud.
A pesar de que me queda la sensación de que Faye es un personaje al que le faltó un poco más de valentía, no se puede ser exigente en ello cuando el contexto es desfavorable, y qué más desfavorable que ir sin rumbo, cazando recompensas, sin memoria y con adicciones.
Aspectos técnicos
El dibujo de Cowboy Bebop tiene esa clásica estética noventera que nos enamora a todos. Así mismo, su paleta de colores, si bien es brillante a la hora de mostrar paisajes, y mantiene así mismo la identidad blanco y negro cuando se hacen recuerdos, se mantiene constantemente cálida.
Se ve así en los ambientes, las vestimentas y los lugares cerrados. Esto hace que emocionalmente su auditor tenga la impresión de que se siente como en casa, de manera acogedora. Lo que invita también a la reflexión de que las personalidades orgullosas de los personajes no les permiten darse cuenta de que ya se encuentran en un hogar.
La música, en su totalidad, es variante como la serie y sus géneros mezclados. Yoko Kanno (Ghost in the Shell, Sakura Card Captor, Escawflone, etc.) fue la designada para la música y junto con la banda The Seatbelts se encargaron de hacer realidad un soundtrack que va desde el Bebop Jazz hasta el Heavy Metal. Posteriormente, esta obra se lanzaría en formato físico en 9 Cd’s diferentes. El tema final de la serie está interpretado por Mai Yamane, quien también ha dado voz a canciones insignes de otros animes como Black Jack o Escawflone.
Opening de Cowboy Bebop, Tank! por The Seatbels (disponible en Spotify)
Otro aspecto a destacar, son los tiempos que maneja la obra. Va sin prisa, y 26 capítulos le bastaron para mostrar todo lo que quería mostrar. Escenas trágicas, cómicas y amorosas, se aprecian a la perfección, usa muy bien los quiebres emocionales y también los diálogos no se vuelven pegajosos.
Para el final de la serie, se puede entender que hay un cierre de una etapa, independiente de lo que ocurre en sí. Dejando la sensación de que tuvimos que apreciar un momento en la vida de cuatro personas y un perro, que se cruzaron entre sí, compartieron un tiempo y luego cada uno siguió su camino. Dando a entender que la vida es así, veloz, indiferente, cruda y cruel.
Últimas palabras
En cuanto a la serie misma, es una obra literalmente de culto, de pocos capítulos y que cualquier persona TIENE que ver. Es una joya más que pulida y que hasta el día de hoy repercute en la cultura internacional, llegando incluso al live action que nos está entregando Netflix.
En lo que respecta al pasado mismo es inevitable para nosotros, seres emocionales, que este nos pese en el día a día. El tiempo que se va y lo que no podemos controlar es más torturador que el tiempo que viene y que no podemos predecir.
Está bien, creo yo, poder mantener al pasado a nuestro lado como un libro de aprendizaje de cosas que no debemos repetir. Hay mucha gente que con ligereza habla del “soltar”, del “dejar ir”, como si aquellos que sufrimos, no tuviésemos el derecho a llorar y gritar. Lo cierto es que el pasado es parte de una realidad que nosotros hemos construido, y dependerá siempre de nosotros resignificarlo y volverlo una memoria sana y no una cicatrización constante. Para no perdernos, para no perder a nadie.
See you Space Cowboy…